Extracto de los Sermones de Juan Wesley

SERMONES | Año 2 N° 22

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Sermón “Sobre el sermón del Señor en la montaña” [Discurso 2] extraemos:

Mateo 5.5-7
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán
la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia.

Cuando ….ante la luz de su presencia los nubarrones se dispersan—las oscuras nubes de la duda y la incertidumbre–y huyen las tormentas del temor, se calman las olas del pesar, y el espíritu nuevamente se regocija en Dios su Salvador: entonces evidentemente esta palabra se ha cumplido.
Entonces aquellos a quienes él ha consolado pueden dar testimonio: «Bienaventurados (o felices) los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.»

Pero ¿quiénes son los mansos? No son los que se afligen por cualquier cosa, porque no saben nada, los que se desconciertan ante los males que ocurren pues no saben discernir entre el bien y el mal.
….
La apatía está tan distante de la mansedumbre como de la benignidad. Así que no es fácil concebir cómo algunos cristianos de las edades más puras, especialmente ciertos Padres de la Iglesia, pudieron confundir estas cosas y equivocarse, tomando uno de los más crasos errores del paganismo como una de las ramas del verdadero cristianismo.

La mansedumbre cristiana tampoco significa falta de celo por Dios, ni ignorancia o insensibilidad. No, ella evita todos los extremos, ya de exceso ya de falta.
…..
Proporciona ecuanimidad a la mente. Sostiene una balanza fiel para ponderar la ira, el dolor y el temor; procurando el término medio en todas las circunstancias de la vida, sin inclinarse a la derecha o a la izquierda.
……
Quienes son verdaderamente mansos pueden discernir con claridad qué es lo malo, y también pueden sobrellevarlo. Son sensibles a todo este tipo de cosas; pero la mansedumbre mantiene el control. Tienen el celo del Señor de los ejércitos. pero su celo está siempre guiado por el conocimiento, y templado en todo pensamiento, palabra y obra por el amor del ser humano así como por el amor de Dios.
….
Es evidente que esta disposición divina no sólo está para quedarse en nosotros, sino para incrementarse de día en día. Mientras permanezcamos en la tierra nunca faltarán las ocasiones de ejercitarla y, por tanto, de acrecentarla.
…..
Necesitamos ser amables para con todos, pero especialmente con los malos e ingratos; de otra manera seremos vencidos por el mal, en vez de vencer con el bien al mal.
…….
Hasta aquí nuestro Señor se ha ocupado diligentemente en quitar los estorbos a la verdadera religión: tal como el orgullo, el primer y gran obstáculo de toda religión, que se elimina con la pobreza de espíritu; la ligereza y la inconsciencia, que impiden a la religión echar raíces en el alma hasta que son extirpadas por un clamor santo; también la ira, la impaciencia y el descontento, curados todos por la mansedumbre cristiana. Y cuando todos estos estorbos–estas enfermedades malignas del alma que continuamente despertaban falsos anhelos interiores, calmándolos con apetitos enfermizos–son extirpados, vuelve el apetito natural de un espíritu nacido del cielo; que tiene hambre y sed de justicia.
Y bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

La justicia -como ya hemos observado- es la imagen de Dios, la mente que está en Cristo Jesús. Es toda la disposición santa y celestial reunida, que surge y culmina en el amor de Dios nuestro Padre y Redentor, y en el amor a todos los seres humanos por su causa.
«Bienaventurados los que tienen hambre y sed».
Para entender esta expresión debemos tener presente, en primer lugar, que el hambre y la sed son los más fuertes de nuestros apetitos corporales. De la misma manera esta
hambre del alma, esta sed de la imagen de Dios, es el más fuerte de todos nuestros apetitos espirituales una vez despierto en el corazón, absorbe a todos los demás en un solo gran deseo: el ser renovado a semejanza de aquel que nos creó.

Si uno le diera al hambriento todo el mundo, la vestimenta más elegante, todo la pompa del Estado, todos los tesoros de la tierra, muchísima plata y oro, si se le rindiera todo el honor, no le prestaría atención. Todas estas cosas no tienen valor para él. Seguiría diciendo: «Estas no son las cosas que anhelo; denme de comer o me muero». Lo mismo ocurre con toda alma que verdaderamente tiene hambre y sed de justicia: en ninguna otra cosa encuentra consuelo, nada más puede satisfacerla. Cualquiera cosa que se le ofrezca, será estimada en poco, sean riquezas, honor, o placer, y hasta dirá: «Esto no es lo que quiero. ¡Denme amor o me muero!».
….
«Bienaventurados los que tienen» esta «hambre y sed de justicia, porque en ellos serán saciados». Serán saciados de las cosas que anhelan, aun de la justicia y de la verdadera santidad. Dios los satisfará con las bendiciones de su bondad, con la felicidad de sus escogidos. Los alimentará con el pan del cielo, con el maná de su amor.
….
Cuanto más llenos estén estos con la vida de Dios, con más ternura se preocuparán de quienes están sin Dios en el mundo, todavía muertos en sus transgresiones y pecados. Ni quedará sin recompensa esta preocupación por los demás. «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.»
La palabra utilizada por nuestro Señor significa directamente: los compasivos, los de tierno corazón; aquellos que, lejos de despreciar, se afligen sinceramente por los que no tienen hambre de Dios. Esta parte tan esencial del amor fraternal–por medio de un ejemplo común– representa aquí todo; así que «los misericordiosos», en el sentido pleno del término, son los que aman a su prójimo como a sí mismos.

En razón de la vasta importancia de este amor–sin el cual, aunque hablásemos lenguas humanas y angélicas, y tuviésemos profecía y entendiésemos todos los misterios y toda ciencia, y si tuviésemos toda la fe, de tal manera que moviésemos las montañas; más aún, si repartiésemos todos los bienes para dar de comer a los pobres, y si entregásemos nuestros cuerpos para ser quemados, de nada nos serviría–Dios en su sabiduría nos ha dado por medio del Apóstol Pablo una relación especial y completa del amor, para que examinándola podamos discernir con la mayor claridad quienes son los «misericordiosos» que «alcanzarán misericordia».
……
¡Quiera el Señor Dios llenar tu corazón de tal amor para con toda alma, que puedas estar listo para exponer tu vida por su causa! ¡Que tu corazón pueda rebosar continuamente de amor, extirpando todo lo desagradable e impuro de tu genio, hasta que él te llame a la región del amor, para reinar con él por los siglos de los siglos!

 

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

Extracto de las Obras de Juan Wesley

OBRAS | Año 2 N° 22

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Obra “A un contrabandista” extraemos:

«¿Qué es el contrabando?» Llamamos contrabando al ingreso y comercialización de mercaderías por las cuales no se paga a la Corona el impuesto correspondiente de acuerdo con lo que establece la ley.

1. El ingreso de mercaderías de contrabando se hace a través de embarcaciones que operan burlando la ley. La principal, si no la única, actividad comercial de estos barcos
consiste en ingresar productos sin pagar los impuestos que marca la ley.

2. La operación se concreta con la complicidad de todos los capitanes, oficiales, marineros y pasajeros que ingresan al país cualquier tipo de mercadería sin pagar el
impuesto correspondiente.

3. Un tercer grupo es el de los encargados de vender esa mercadería por la cual no se han pagado impuestos.

4. Y finalmente, el cuarto grupo está formado por quienes compran té, licor, manteles, ropa de cama, pañuelos, o cualquier otro producto por el cual no se ha pagado el debido impuesto.

«¿Por qué no habrían de hacerlo? ¿Qué hay de malo en ello?»

Mi respuesta es que el contrabando libre (tal como se lo practicaba hace algunos años en las costas del sur de Inglaterra) es comparable a los que asaltan en los caminos. Provoca el mismo daño una actividad como la otra.
Quien se dedica al contrabando no es más honesto que quien asalta en los caminos. Bien podrían darse la mano. El contrabando secreto es comparable a la actividad de los carteristas. Uno y otro causan el mismo daño.

Un contrabandista no es más honesto que un carterista. Ellos también podrían darse la mano.

Pero, en realidad, quienes practican el contrabando abiertamente son peores que quienes asaltan en los caminos, y los contrabandistas secretos son peores que los carteristas. Esto se explica porque no hay duda de que es peor robarle a nuestro padre que a alguien con quien no tenemos ninguna obligación. Y peor aún, mucho peor, robarle a un buen padre, que en verdad nos ama, y que permanentemente se esfuerza por darnos todo lo necesario y hacernos felices. Pues esto es exactamente lo que ocurre.
…….

Pero, además, tú eres cristiano, ¿no es verdad? Dices que crees en las enseñanzas de la Biblia. Pues entonces, a ti te digo, en nombre de Dios y en nombre de Cristo: «No hurtarás». No tomarás lo que no es tuyo, lo que por derecho pertenece a otra persona.

El Rey* tiene derecho a los impuestos que fija la ley así como tú tienes derecho al abrigo que llevas puesto. Es tan válido su derecho como el tuyo; el dinero de los impuestos le pertenece al Rey tanto como a ti tu vestimenta. Por consiguiente, si le quitas sus impuestos, eres tan ladrón como quien te roba tu abrigo.

Si crees en las enseñanzas de la Biblia, te repito las palabras que nuestro Salvador dijo a las personas de su tiempo: «Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios». Si en verdad te importan las enseñanzas de Jesús, debes preocuparte por honrar al Rey así como temes a Dios. Sé tan estricto para dar al Rey lo que es del Rey
como lo eres para dar a Dios lo que es de Dios. Por ningún motivo le robes ni le prives de algo, no importa cuán pequeño, que sea su legítima propiedad.
…..
Existe asimismo otra razón que justifica esta última afirmación. El contrabando es un robo que afecta a la totalidad de la nación: no le robas sólo al Rey sino a cada uno de los habitantes del reino. Cuanto menos dinero recauda la corona, más aumentan los impuestos. Y este aumento recae sobre todos nosotros; es una carga que soportamos todos los habitantes de esta nación. Por lo tanto, cada contrabandista es un «ladrón nacional» que roba del bolsillo del Rey y también del de todos sus compatriotas.

*Wesley era un férreo defensor de la corona inglesa. Hoy podemos reemplazar el término por “estado, sociedad, nación” y mantener el sentido de sus palabras [HD].

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

Extracto de las Cartas de Juan Wesley

CARTAS | Año 2 N° 21

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su carta a “Ebener Blackwell”* extraemos:

[4 de febrero de 1751]

Estimado señor:

El dinero que usted me entregó se gastó en la forma siguiente:

_Al Fondo de Préstamos                                                                02 02 00
_A Eliz. Brooks, quien esperaba diariamente la expropiación de sus bienes por el alquiler                                                                                   01 01 00
_ A Eliz. Room (una viuda pobre) para el alquiler                00 05 00
_ Para vestir a Mary Middleton y a otra mujer pobre, casi desnudas
00 10 00
_ A John Edger, un tejedor pobre, que no tiene trabajo     00 05 00
_ A Lucy Jones, huérfana pobre                                                 00 02 00
_ A una familia pobre para alimentos y combustible         00 05 00
_ A Christopher Brown, cerraron su negocio                        00 02 06
_ A una mujer anciana, en gran aflicción                               00 02 06
_ Distribuido entre varias familias enfermas                       00 10 06

[Total] 05 05 00

Soy, Querido señor, su siervo afectuoso,
Juan Wesley

 

 
La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

Extracto de los Diarios de Juan Wesley

DIARIO | Año 2 N° 21

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Diario extraemos:

Sábado 16 de enero de 1748.

Al revisar el informe de los enfermos encontramos una buena razón para alabar a Dios. Durante el año cerca de trescientas personas habían recibido medicinas ocasionalmente. Cerca de cien de ellas las tomaron regularmente y se sometieron a un régimen apropiado.

Más de noventa de estas personas fueron curadas del todo de las enfermedades que habían sufrido. El costo de las medicinas por todo el año llegó apenas a unos chelines más de las cuarenta libras.

El domingo hice una colecta pública para formar un fondo de préstamos para los pobres. Nuestra regla es prestar solamente veinte chelines a la vez, los que deben ser devueltos semanalmente dentro de los tres meses.
Empecé con esto hace cerca de año y medio.
Treinta libras con dieciséis chelines fueron recolectadas. Con el uso de esa suma no menos de doscientas cincuenta y cinco personas habían sido ayudadas en dieciocho meses.

El Dr. W., enterándose de este plan, envío una guinea para este fondo.
También lo hizo un eminente deísta la siguiente mañana.

 

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

Extracto de los Sermones de Juan Wesley

SERMONES | Año 2 N° 21

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Sermón “Sobre el sermón del Señor en la montaña” [Discurso 1] extraemos:

Mateo 5:1-4
Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose,
vinieron a él sus discípulos:
Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de
ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos
recibirán consolación.

Nuestro Señor había recorrido toda Galilea, principiando cuando Juan fue puesto en la prisión, no únicamente enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el evangelio del reino, sino también sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Como consecuencia natural de esta actividad, lo siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.4 Y viendo a las multitudes, que ninguna sinagoga podría contener, aun si alguna hubiera estado a la mano, «subió al monte»,5 en donde había lugar para todos los que venían a él de todas partes. «Y sentándose», siguiendo la costumbre de los judíos, «vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca» (una expresión que denota el principio de un discurso solemne) «les enseñaba diciendo…»

Observemos quién es el que habla para que sepamos cómo escuchar. Es el Señor del cielo y de la tierra, el Creador de todo lo que existe, quien, como tal, tiene el derecho de disponer de todas sus criaturas. El Señor nuestro Gobernador, cuyo reino es desde la eternidad y quien gobierna sobre todos. El gran Legislador que puede hacer ejecutar todas sus leyes, que puede salvar y perder.
……
El es bueno para con todos; y sus misericordias sobre todas sus obras. El Dios de amor quien, dejando su eterna gloria, vino del Padre a declarar su voluntad a los humanos y que regresó después al Padre. Quien vino mandado por Dios a abrir los ojos de los ciegos, a dar luz a los que habitaban en tinieblas. Es el gran Profeta del Señor, de quien Dios declaró solemnemente hace mucho tiempo: «Cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta». O, como dice el Apóstol: «Toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo».

Y ¿qué es lo que está enseñando? El hijo de Dios, que descendió del cielo, nos está enseñando aquí el camino al cielo, al lugar que él ha preparado para nosotros, la gloria que tenía antes de que el mundo fuera creado. El nos está enseñando el verdadero camino a la vida eterna, el camino real que lleva al reino. Y el único camino verdadero,
porque no hay ningún otro—todos los otros caminos llevan a la destrucción. Dado el carácter de quien habla, podemos estar seguros de que nos declarará la completa y perfecta voluntad de Dios. No pronuncia una tilde de más, sino únicamente lo que ha recibido del Padre. No dice demasiado poco, sino que declara el completo consejo de Dios.
…..
Fácilmente podemos observar que al explicar y confirmar estas palabras fieles y verdaderas, procura refutar no solo los errores de los escribas y fariseos, es decir, los
falsos comentarios con que los maestros judíos habían pervertido la Palabra de Dios, sino también todos los errores prácticos que no van de acuerdo con la salvación y que habrían de ocurrir después en el seno de la iglesia cristiana: todas las explicaciones con que los maestros cristianos (mal llamados) de cualquiera edad o nación habrían de pervertir la Palabra de Dios y enseñar a las almas a buscar la muerte en el error de sus vidas.

Así que, en forma natural somos guiados a observar a quiénes está enseñando. No únicamente a los apóstoles. Si fuera así, no hubiera tenido necesidad de subir a la montaña. Un cuarto en la casa de Mateo, o de alguno de los discípulos, hubiera sido suficiente para acomodar a los doce.
……..
Pero para poner esto fuera de discusión (para hacer evidentemente claro que cuando el evangelista dice «Y abriendo su boca les enseñaba», la palabra les incluye a toda la multitud que fue con él a la montaña) necesitamos observar solamente los versículos finales del capítulo siete: «Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente, oi ójloi, se admiraba de su doctrina (o enseñanza). Porque les enseñaba (a las multitudes) como quien tiene autoridad, y no como los escribas.»

Tampoco fue únicamente a las multitudes que estuvieron con él en el monte a quienes enseñó el camino de salvación, sino a todos los seres humanos, a toda la raza humana, los hijos que todavía no habían nacido—a todas las generaciones por venir, hasta el fin del mundo, que habrán de escuchar las palabras humanas.
Esto es generalmente admitido respecto a algunas partes del discurso que sigue. Nadie, por ejemplo, niega que pobres de espíritu se aplica a toda la humanidad. Pero algunos piensan que otras partes del discurso se refieren únicamente a los apóstoles, o a los primeros cristianos, o a los ministros de Cristo, y que nunca fueron dirigidas a toda la humanidad en general, que nada tiene que ver con estas enseñanzas.
…..
Se verá claramente, cuando pasemos a examinar sus peculiaridades, que no hay nada absurdo en aplicar todo lo que el Señor dijo en este discurso a toda la humanidad.
Tampoco se puede inferir contradicción alguna a otra palabra que él pronunció, ni a ninguna otra parte de la Escritura. No, se verá además que el discurso se aplica a toda la humanidad en general, o no se aplica a nadie. Sus palabras están conectadas unas con otras, como las piedras en un arco, del cual no puedes quitar una sola piedra sin
destruir toda la estructura.
……
Ahora nos habla con su voz apacible y delicada. Bienaventurados (o felices) los pobres en espíritu. ¡Felices los que lloran, los mansos; los que tienen hambre y sed de justicia; los misericordiosos, los puros de corazón! ¡Felices al final del camino y en el camino; felices en esta vida y en la eterna! Como si hubiera dicho: «¿Quién desea vivir y codicia días buenos? ¡He aquí, yo les muestro lo que su alma anhela!

 

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

Extracto de las Obras de Juan Wesley

OBRAS | Año 2 N° 21

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Obra “Recomendaciones al pueblo llamado metodista respecto a su manera de vestir” extraemos:

No me gusta repetir la misma cosa una y otra vez, especialmente cuando es tanto lo que tengo para decir que es posible que el tiempo que me queda de vida (que no es mucho) no sea suficiente. Sin embargo, en algunos casos es útil para ustedes que lo haga, y entonces no lo siento como una carga. Quizás sea mejor hablar libremente y agotar el tema de una vez, para que ya no haya necesidad de volver sobre él.

Cuando después de leer la Biblia con cierto detenimiento, miramos el mundo a nuestro alrededor para ver quién cree y quién vive de acuerdo con sus enseñanzas, inmediatamente nos damos cuenta de que tanto el sistema de vida como las verdades allí propuestos, fueron desbaratados y diseminados como los miembros de Absirto*. Cada una de las denominaciones cristianas ha conservado una porción de la verdad cristiana, ya sea en lo referente a la práctica de vida, o bien, al mensaje. Unos sostienen un aspecto y otros, otro, como lo hicieron sus padres antes de ellos. Entretanto, ¿qué deben hacer quienes quieren guardar toda la palabra de Dios? Sin duda, recoger todos estos pedazos, para que, si fuera posible, no se pierda nada;2 imitar con toda diligencia a todos los que vemos que siguen las enseñanzas de la Biblia; y reunir en una única concepción verdad y práctica cristianas, aspectos que la
mayor parte de los cristianos ha separado.

Hace muchos años observé que los cuáqueros cumplían con varios aspectos prácticos de la vida cristiana.
Dos cosas en particular me llamaron la atención: la sencillez al hablar y la sencillez en el vestir. Voluntariamente adopté ambas cosas, aunque con ciertas restricciones; particularmente, la sencillez en el vestir. Esto mismo les aconsejé hacer a ustedes cuando Dios les llamó por primera vez a apartarse del mundo. Basándome en la experiencia adquirida desde entonces, les aconsejo hoy lo mismo que les aconsejé hace más de veinte años.

Antes de seguir avanzando, tengo que rogarles, en nombre de Dios, que estén abiertos a escuchar los argumentos que voy a presentar. En la medida de lo posible, despójense de todo prejuicio fruto de su educación, de la costumbre, o de lo que ven hacer a otros. No cierren sus ojos a la luz; acepten la luz que les llega de Dios o de otra persona. Alégrense de tener mayor visión que antes, de que se abra vuestro entendimiento. Reciban la verdad del amor, y así encontrarán motivo para bendecir a Dios por siempre.

No les aconsejo imitar a los cuáqueros con respecto a los detalles de su vestimenta, que no tienen otra razón de ser que distinguirles del resto de las personas. Ser diferente por el simple hecho de serlo no corresponde a un cristiano; por lo tanto, no les estoy aconsejando usar un sombrero de determinadas dimensiones o un modelo de saco en particular. Más bien, en aquello que es absolutamente indiferente, que no tiene ninguna importancia, la humildad y la cortesía recomiendan seguir las costumbres del país.

Pero sí les aconsejo imitarles, en primer lugar, con respecto a la prolijidad en su vestimenta. Esto es digno de ser apreciado y está acorde con el llamado de los cristianos. Cuiden que toda su ropa esté tan limpia como la situación económica lo permita. Es cierto que los pobres no pueden estar tan limpios como quisieran debido a que tienen poca ropa para cambiarse. Pero aun ellos deben estar tan limpios como les sea posible, mostrándose diligentes y cuidadosos en su aseo. En realidad, esto es particularmente necesario para ellos porque la limpieza es uno de los aspectos de una buena economía. Asimismo, la higiene contribuye al cuidado de la salud mucho más de lo que comúnmente se cree. Por lo tanto, los pobres, en especial, deben esforzarse por ser limpios, provocando la envidia de la clases más altas.

En segundo lugar, les aconsejo imitarles en cuanto a la sencillez de su vestimenta. Esto incluye dos aspectos:
1) que su ropa sea económica, no costosa; mucho más barata que la que usan otras personas que están en igual situación, o que la que ustedes usarían si no conocieran a Dios.
2) que sea sobria, no vistosa, o llamativa; que no siga la moda.

Estas normas tan simples se pueden aplicar tanto a los materiales utilizados para confeccionar las prendas, como al diseño de las mismas, y también a la manera de usarlas.
…….
Para expresarlo de otro modo: Todo lo que hagan con respecto a la vestimenta, háganlo de tal modo que puedan ofrecérselo a Dios como sacrificio agradable por medio de Cristo Jesús, para que así aumente su recompensa en los cielos y su corona tenga más brillo. Y así será, si actúan conforme a la humildad, sobriedad y caridad cristianas.

¿Quieren que les dé más detalles? Entonces, exhorto a todos aquellos que deseen que yo vele por sus almas4 a que no usen oro (no les importe si los funcionarios del gobierno o los magistrados lo utilizan como insignia de sus cargos), perlas ni piedras preciosas; no usen peinados elaborados o extravagantes, ni trajes costosos, aunque sean sobrios. A quienes pueden recibir esta palabra, les aconsejo que no compren terciopelo ni sedas, ni lencería fina; no compren cosas superfluas, que sirvan sólo de adorno, aunque estén muy de moda. No vistan ropa de colores vivos, aunque ya la hayan comprado; no usen ropa vistosa, brillante, o llamativa, nada que sea el último grito de la moda o que pueda atraer la mirada de la gente que pasa a su lado.

Aconsejo a las mujeres no usar anillos, aros, collares, encajes (no importa su color), o esos cuellos altos y fruncidos, que sin exagerar, pueden llegar a tener doce pulgadas de espesor. A los hombres les aconsejo no usar chalecos de colores, medias de colores estridentes, hebillas o botones brillantes o muy costosos, ya sea en sus sacos o en las mangas; tampoco deben usar esas modernas y costosas pelucas.
…….
Sea como sea, ¿creen que pueden adornarse, al mismo tiempo, con trajes costosos y con buenas obras? Me refiero a poder hacerlo con la misma intensidad que si hubiesen destinado mucho menos dinero para su vestimenta. Saben que esto es imposible; cuánto más invierten en lo uno, menos les queda para invertir en lo otro.

*Wesley cita la leyenda de los “argonautas”, donde Absirto el hermano de Medea, es descuartizado por ella, mientras huye de su padre con el “vellocino de oro”.
La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

Extracto de las Cartas de Juan Wesley

CARTAS | Año 2 N° 20

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su carta a “Amicus Veritatis”* extraemos:

Londres, 12 de enero de 1750

Señor,

1. No vi su carta del 13 de noviembre hasta el día de hoy. A su carta anterior había decidido no prestarle atención. Pero ahora le envío unos cuantos pensamientos sobre las dos.

2. Usted afirma, en primer lugar, que «el Metodismo hace daño a las clases bajas, llenando sus cabezas con tonterías imaginarias», cuando «sería mejor que en vez de pasar su tiempo siguiendo la música de sus maestros lo pasaran dedicados a sus vocaciones respectivas.»

3. Yo sé, señor, que usted piensa que el cristianismo es una «tontería imaginaria». Pero yo lo considero sabiduría de Dios y poder de Dios, y no dejaré (en lo que pueda) de «llenar» con ello tanto «las cabezas» como los corazones de todos los seres humanos. No impido sin embargo ni a los de una clase más alta o más baja cumplir con sus «vocaciones respectivas»……

4. Usted afirma, en segundo lugar, «El entusiasmo es la fuente de la cual fluye este mal (el metodismo).» No puedo aceptar esto sin alguna prueba: que el cristianismo o el metodismo (otro nombre para lo mismo) «fluye del entusiasmo», o es de alguna manera «contrario a la razón».

5. Usted afirma, en tercer lugar, «Estos desgraciados pesimistas (los cristianos o metodistas) se tragan cualquier disparate que sus líderes enseñen. Luego de piedras áridas y desiertos… invocan espíritus y brujas, seres coléricos, y diablos terribles.» Creo que estas vivaces y embellecidas declaraciones merecen solamente la respuesta, «No es cierto.»

6. Usted afirma, en cuarto lugar que los metodistas, «Alegan tener revelaciones celestiales, inspiraciones, visiones divinas, lo que siempre ha sido la cantaleta hipócrita de los antecesores de esta clase de gente en todas las edades,» o sea de quienes se llamaron profetas y apóstoles. Señor, el sentido de lo que usted quiere decir está bastante claro. Pero se le olvidaron las pruebas……

7. Usted afirma, en quinto lugar, «Esto (el cristianismo o el metodismo) ha hecho un daño infinito a los seres humanos. Les ha enseñado a creer en doctrinas que no tienen sentido, y a practicar trucos ociosos como deberes religiosos.» Hágame el favor, señor, de darme ejemplos particulares. Las generalizaciones no prueban nada.

8. Usted afirma, en sexto lugar, «A Dios no le agradan las opiniones absurdas ni las ceremonias ridículas.»
De acuerdo. ¿Pero cuáles son? ¿La opinión de que Dios se hizo hombre? ¿O las ceremonias del Bautismo y la Santa Cena?

9. Usted afirma, en séptimo lugar, que «hacer a otros omo quisiéramos que nos hicieran a nosotros es la regla que Cristo, el gran autor de nuestra santa religión» (para el cual tiene usted un respeto muy peculiar) «recomienda a sus discípulos»; que Dios «nos ha dado pasiones y apetitos»; que «usar éstos en forma moderada» es correcto, «usarles en forma inmoderada» es incorrecto. ¡Son observaciones que no se pueden negar! Es una pena que no se hicieran antes.

10. Estos son los puntos principales del primer «testimonio que ha hecho usted en contra de creencias erróneas». En su segunda carta trata de «probar», además, «que los líderes y la mayoría de los metodistas son absolutamente entusiastas.»
«Un entusiasta,» dice usted, es uno que «implícitamente cree en un grupo de principios religiosos que no puedan ser controlados por la razón; adhiriéndose estrictamente a sus propias opiniones, y pensando que todos los que difieren de él están en un estado absoluto de perdición.»

Por lo tanto, de acuerdo a sus propias palabras yo no soy un entusiasta. Primero porque (1) no «he implícitamente afirmado» ningún «grupo de principios religiosos». Evalué cada principio del cristianismo vez tras
vez, rehusando creerlo basado en la palabra de ningún ser humano.

Todavía estoy dispuesto a ser controlado por la razón. Tráigame razones más fuertes a favor de la infidelidad que las que tengo para recibir el sistema cristiano, y vendré a verle mañana. (3) No «creo que todos los que difieren de mí están en un estado absoluto de perdición». Creo que muchos de ellos están en estado de salvación. Por lo tanto, según su versión, no soy un entusiasta.

11. ¿Con qué argumentos prueba usted que lo soy? Su primer argumento es, «Imagino humildemente que es irrefutable.» Su segundo, «Nunca escuché que lo cuestionaran.» Su tercero, «Si los metodistas no son entusiastas, la palabra, en mi opinión, carece de significado.» Dejo que estos argumentos se sostengan por sí mismos.
Su cuarto argumento es, «Se reúnen a medianoche.»
(Usted debería decir que a veces continúan hasta la medianoche alabando a Dios.) Se reúnen «a las cinco de la mañana», invierno y verano. Algunos de ellos lo hacen, y esto conduce a la salud tanto del cuerpo como del alma. «Se reúnen dos o tres veces más todos los días del año.» Señor, usted sabe que no lo hacen. Usted sabe que la mayoría de los metodistas se reúnen solamente dos veces durante días comunes. Y que la mayoría de ellos no se reúnen una vez al día, a menos que sea domingo.
«Luego sus cenas de amor, y confesión de sus pecados los unos a los otros.» Señor, se le olvida que está hablando como cristiano..….

12. Le agradezco su «creencia» de que no tengo «ningunos propósitos siniestros o lucrativos» en lo que hago, y que «las colectas hechas entre nosotros se aplican justamente para sufragar los gastos necesarios de la Sociedad». Concedo, sin embargo, que «esto no me absuelve del cargo de entusiasmo». Pero tampoco me lo prueba usted, como tampoco «el docto y honesto Dr. Middleton», como usted lo describe, se lo prueba a «los Padres de la iglesia primitiva». Cuán «docto» sea él en otras áreas no lo sé; pero sí puedo decir que o no es un hombre honesto, o no entiende el griego.

13. «Una vida sobria y virtuosa» (quiero decir una práctica uniforme de la justicia, la misericordia, y la verdad) concedo que es «la prueba verdadera de una conciencia buena», del amor por Dios y por toda la humanidad. Y en esta práctica quiero ser guiado por la razón correcta, bajo la influencia del Espíritu de Dios. ¡Que él nos dirija a usted y a mí hacia toda la verdad!

Soy, señor, su humilde siervo,

Juan Wesley

*Es el seudónimo de un crítico del movimiento metodista, que publicó un artículo en el “Bristol Weekly Inelligencer” el 4 de noviembre de 1749.

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

Extracto de los Diarios de Juan Wesley

DIARIO | Año 2 N° 20

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Diario extraemos:Jueves 4 de junio de 1747.

Reduje los dieciséis mayordomos a siete, a quienes se dieron las siguientes instrucciones:

1) Serán hombres llenos del Espíritu Santo y sabiduría y harán todas las cosas en forma aceptable a Dios.

2) Estarán presentes cada martes y jueves en la mañana para desempeñar los asuntos temporales de la sociedad.

3) Deben iniciar y terminar cada reunión con ferviente oración a Dios pidiendo su bendición sobre todos sus quehaceres.

4) Deben presentar sus cuentas el primer martes de cada mes para que puedan ser transferidas al libro mayor.

5) Tomarán por turno, mes a mes, la presidencia. La presidencia verá que todas las reglas se cumplan con puntualidad y confrontará a quien las infrinja.

6) No harán nada sin el consentimiento del ministro, ya sea explícito, o ya un consentimiento que razonablemente debería esperarse.

7) Deben considerar que cada vez que se reúnen, «Dios está presente». Por lo tanto, háganlo con reverencia. No pronuncien palabras frívolas. Hablen como si estuvieran en su presencia y para la gloria de su gran nombre.

8) Cuando algo esté en debate, que uno a la vez se ponga de pie y hable y que el resto preste atención. Que hable lo suficientemente alto para ser escuchado y no más, en amor y espíritu de mansedumbre.

9) Deben orar sin cesar y esforzarse porque una santa armonía de mente prevalezca en todas las cosas que subsistan entre ustedes. Que en cada paso sean solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

10) Que en todos los debates sean cuidadosos sobre sus espíritus, evitando como al fuego todo clamor y contención, siendo prontos para oír, tardos para hablar, y en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.

11) Si no pueden consolar a los pobres, no los hagan sufrir. Denles palabras suaves, por lo menos. Absténganse de miradas duras o palabras fuertes. Permítanles acercarse con gozo, aunque se vayan vacíos. Pónganse en el lugar de cada pobre y trátenlo como quisieran que Dios les trate a ustedes.

Estas instrucciones cuyos nombres se suscriben (siendo los mayordomos actuales de la sociedad en Londres) las recibimos de todo corazón y deseamos fervientemente hacerlas cumplir. Como testigo de ello ponemos nuestras manos.

N.B. Si cualquier mayordomo transgrediera cualquiera de las reglas que preceden, después de haber tenido tres amonestaciones por el presidente (cuya notificación debe ser entrega de inmediato al ministro) dejará de ser mayordomo.

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

Extracto de los Sermones de Juan Wesley

SERMONES | Año 2 N° 20

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Sermón “El espíritu católico” [Parte 2] extraemos:

2 Reyes 10.15
Yéndose luego de allí se encontró con Jonadab, hijo
de Recab, y después que lo hubo saludado, le dijo: ¿Es tu
corazón recto como el mío es recto con el tuyo? Y Jonadab
dijo: Lo es. Pues que lo es, dame la mano. Y él le dio la
mano.

«¿Es recto tu corazón, como el mío es recto para con el tuyo?»

¿Pero qué es lo que realmente implica esta pregunta? No pregunto lo que aquí entendía Jehú, sino ¿qué debe entender por ello un seguidor de Cristo cuando la plantea a alguno de sus hermanos?
La primera cosa implicada es esta: ¿Es tu corazón recto para con Dios? ¿Crees tú en su ser, en sus perfecciones? ¿Su eternidad, inmensidad, sabiduría, poder; su justicia, misericordia y verdad? ¿Crees tú que él ahora sustenta todas las cosas con la palabra de su poder? ¿Y que él gobierna aun cada minuto, hasta el más perjudicial, para su propia gloria y para el bien de aquellos que le aman?
¿Tienes tú una evidencia divina, una convicción sobrenatural de las cosas de Dios? ¿Andas por fe, no por vista?
¿Mirando no a las cosas que son temporales, sino a las que son eternas?

¿Crees tú en el Señor Jesucristo, Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos? ¿Ha sido él revelado en tu alma? ¿Conoces a Jesucristo y a éste crucificado? ¿Mora él en ti y tú en él? ¿Está él formado en tu corazón por la fe? Habiendo descartado absolutamente tus propias buenas obras, tu propia justicia, ¿te has sujetado a la justicia de Dios, la cual es por medio de la fe en Jesucristo? ¿Has sido tú hallado en él, no teniendo tu propia justicia, sino la que es por la fe en Cristo? ¿Y estás tú, mediante él, peleando la buena batalla de la fe y echando mano de la vida eterna?

¿Es tu fe energouméne di agápes–llena de la energía del amor? ¿Amas tú a Dios? Yo no digo «sobre todas las cosas», porque es una expresión ambigua y ajena a las Escrituras, sino con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. ¿Buscas tú toda tu felicidad en él solamente? ¿Y encuentras aquello que buscas? ¿Tu alma continuamente magnifica al Señor, y tu espíritu se regocija en Dios tu Salvador? Habiendo aprendido a dar gracias en todo, ¿hallas que es suave y hermosa la alabanza? ¿Es Dios el centro de tu alma? ¿La suma de todos tus deseos? Por consiguiente, ¿estás haciendo tu tesoro en el cielo», y «tienes a todo por basura y desperdicio? ¿El amor de Dios ha expulsado al amor al mundo de tu alma? Entonces estás crucificado al mundo. Entonces, has muerto a todo lo de aquí abajo y tu vida está escondida con Cristo en Dios.

¿Estás ocupado en hacer no tu propia voluntad, sino la voluntad del que te envió? ¿La de aquel que te envió aquí abajo a peregrinar por un tiempo, a pasar unos pocos días en tierra extraña, hasta que habiendo acabado la obra que te ha encomendado hacer retornes a la casa de tu Padre? ¿Es tu comida y tu bebida hacer la voluntad de tu Padre que está en el cielo? ¿Es tu ojo puro en todas las cosas? ¿Siempre fijos en él»? ¿Siempre puestos los ojos en Jesús? ¿Le señalas a él en cualquier cosa que hagas? ¿En tus labores, en tus negocios, en tu conversación? ¿Teniendo como meta la gloria de Dios en todo? Y todo lo que haces, sea de palabra o de hecho, hazlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

¿Te obliga el amor de Dios a servirle con temor? ¿Te alegras ante él con reverencia? ¿Tienes más temor en desagradar a Dios que a la muerte o al infierno?
¿No hay nada más terrible para ti que la idea de irritar los ojos de su majestad? ¿Sobre esta base aborreces todo camino de mentira, toda transgresión de su ley santa y perfecta? ¿Y por esto procuras tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres?

¿Es tu corazón recto hacia tu prójimo? ¿Amas a todo el género humano sin excepción como a ti mismo? Si amas sólo a los que te aman, ¿qué mérito tienes? ¿Amas a tus enemigos? ¿Está tu alma llena de buena voluntad, de tierno afecto hacia ellos? ¿Amas aun a los enemigos de Dios? ¿A los ingratos e impíos? ¿Suspiran tus entrañas por ellos? ¿Puede ser que desees ser tú mismo (temporeramente) maldito por causa de ellos? ¿Y mostrar esto bendiciendo a los que te maldicen y orando por los que te ultrajan y te persiguen?

¿Muestras tu amor mediante tus obras? ¿Mientras tienes tiempo y en cuanto tienes oportunidad, haces de hecho el bien a todos los hombres, vecinos o extranjeros, amigos o enemigos, buenos o malos? ¿Les haces todo el bien que puedes, esforzándote por suplir todas sus necesidades, ayudándoles tanto en cuerpo como en alma al máximo de tus fuerzas? Si este es tu sentir, diga cada cristiano (si por cierto lo deseas sinceramente y prosigues hasta que lo alcances) que entonces «tu corazón es recto, como el mío lo es para con el tuyo».

«Pues que lo es, dame la mano.» No quiero decir: «Sé de mi misma opinión». No es necesario. No lo espero ni lo deseo. Ni tampoco quiero decir: «Yo seré de tu misma opinión». No puedo. Ello no depende de mi elección.
Yo no puedo pensar como quiera más que lo que puedo oír o ver como quiero. Guarda tú tu opinión, yo mantendré la mía; y ello, más firmemente que nunca. No necesitas esforzarte para pasarte a mi posición, ni para llevarme a mí a la tuya. No quiero que disputes acerca de estos asuntos, ni oír ni hablar una palabra acerca de ellos. Que todas las opiniones se queden cada una de su lado. Solamente «dame la mano»…..°

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

Extracto de las Obras de Juan Wesley

OBRAS | Año 2  N° 20

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Obra “A quien no guarda el día de reposo” extraemos:

Acuérdate del sábado para santificarlo.
Exodo 20,8

¿Se han olvidado quién dijo esto? ¿Se atreven a desafiarle? ¿Acaso quieren provocar a Dios para que se manifieste como un Dios terrible? Tengan cuidado. Ustedes no son más fuertes que él. Ay del que, no siendo más que un tiesto, pleitea con su Hacedor.

Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas delante de él.
Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para el Señor tu Dios. No es día de ustedes, sino el día del Señor. Él lo reclama para sí.
Siempre lo ha hecho, desde el principio de la creación. En seis días hizo Dios los cielos y la tierra y reposó el día séptimo de todo cuanto había hecho. Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó. El lo santificó, es decir, lo declaró santo y lo reservó para su servicio. Decretó que mientras duren el Sol y la Luna, los cielos y la tierra, los seres humanos deberán dedicar este día al servicio de quien dio a todos vida, aliento y todas las cosas.

¿Puede un ser humano despojar a Dios? ¿Eres tú esa persona? ¡Reflexiona, piensa! ¿Qué estás haciendo! ¿No fue Dios quien te dio todo cuanto posees? Cada día de tu vida es una dádiva suya, ¡y tú no quieres darle ninguno! ¿Pretendes negarle lo que es suyo desde siempre? El no quiere, ni puede, desistir en su reclamo. El séptimo día es del Señor: así fue desde el comienzo y así será hasta el fin del mundo. No cederá a otro sus derechos. ¡Den a Dios lo que es de Dios, ahora! ¡hoy, mientras dura el día! ¿En beneficio de quién reclama Dios este día? ¿Lo hace por su bien o por el tuyo? Sin duda, no lo hace para sí.

El no necesita de ti ni de ninguna criatura humana. Mira a los cielos. Contémplalos y considera que las nubes están más altas que tú. Si pecas, ¿qué habrás logrado contra él?
Si tus rebeliones se multiplican, ¿qué le harás tú? Y si eres justo, ¿qué le darás a él? ¿O qué recibirá de tu mano? Es, pues, por tu propio bien que Dios tu Hacedor hace esto. Por tu propio bien te llama a servirle, y por tu propio bien te pide que dediques parte de tu tiempo a quién te ha dado todo.
Acepta su amor. Mientras estés en esta tierra, aprende a alabar al Rey de los cielos. Vive este día tal como quisieras vivir aquel día que durará para siempre.

Dios nuestro Señor no sólo santificó el día de reposo sino que también lo bendijo. Cuando te olvidas de santificar el día de reposo, desprecias esta bendición convirtiéndote en tu propio enemigo. Es un día de gracia especial: el Rey de los cielos se sienta en su trono de misericordia para derramar bendiciones sobre quienes guardan este día, y su gracia es aún mayor que en los demás días. Si realmente amas tu vida, ¿cómo puedes desechar una oportunidad de ser feliz? ¡Despiértate, levántate, acepta la bendición que Dios tiene para ti! ¡Acepta esta muestra de su amor! ¡Pídele que te conceda alcanzar la riqueza de su gracia y misericordia que es en Cristo Jesús!

No sabes cuántos días más de salvación has de tener. ¡Y qué terrible sería que fuéramos llamados habiendo hecho un uso indebido de la misericordia que Dios nos ofrece!
¡Cuán grande es la misericordia que Dios tiene reservada para ti! ¡No la menosprecies! ¡Cuán grande es su bondad que ha guardado para los que le temen, delante de los hijos de los hombres! El nos ofrece una paz que el mundo no puede dar y un gozo que nadie nos podrá quitar; nos ofrece descanso para nuestras dudas, temores y tristezas, y nos ofrece amor, que es el comienzo de la eternidad. ¡Todo esto es para ti!

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.