Extracto de las Cartas de Juan Wesley

CARTAS | Año 3 N°7

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Carta al Editor del “Lloyd´s Evening Post” extraemos:

Windmill Hill, 18 de febrero de 1760.

Señor,

El domingo, 16 de diciembre, recibí un billete de banco por 20 libras esterlinas de un corresponsal anónimo, que quería que yo lo gastara como juzgara mejor, para el uso de los prisioneros pobres. Inmediatamente conseguí algunas personas de confianza para inquirir sobre las circunstancias de los confinados en las penitenciarías Whitechapel y New Prison.

Sabía que la primera tenía muy poca asignación de fondos aun para el pan, y la última ninguna. Preguntando, encontraron a una pobre mujer en la Whitechapel Prison, embarazada y careciendo de todo. Al mismo tiempo oí, por casualidad, de un pobre hombre que había estado confinado por nueve meses en el Poultry Compter, mientras su esposa y tres hijos (que antes había mantenido con su trabajo) casi se estaban muriendo de necesidad. Poco después, otra pobre mujer, quien con diligencia había ayudado a otros, fue encarcelada en la Whitechapel Prison.

El gasto de sacar libre a estos tres, y atender a algunas de sus necesidades básicas, ascendió a 10 libras esterlinas con 10 chelines. Gasté una libra esterlina con catorce chelines en medias y otra ropa, que se dieron a aquellos prisioneros cuya necesidad era más apremiante. Lo que sobró, 7 libras esterlinas con 16 chelines, lo gastamos en pan, que fue cuidadosamente distribuido tres veces a la semana. Estoy seguro, por lo tanto, de que el dinero completo se usó para la caridad verdadera.

¡Y cuánta más satisfacción noble tiene que resultar de esto para el benefactor generoso que la que podría recibir de un traje bordado o de un pedazo de armadura hecho de acuerdo a la última moda (aun suponiendo que no haya otro mundo, suponiendo que el ser humano muera como los animales mueren)! ¡Hombres de razón, juzguen!

Quedo de usted, señor,

Su siervo humilde

Juan Wesley

 

 

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

 

Extracto de los Diarios de Juan Wesley

DIARIO | Año 3 N° 7

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Diario extraemos:

Jueves 28 de julio de 1757.

“…Cerca del mediodía prediqué en Woodseats y en la noche en Sheffield.                              ¡En verdad mi vida es predicar!

¡Qué tranquilo es este país ahora desde que los perseguidores principales no se ven más! ¡Cuántos de ellos han sido arrebatados en una hora cuando menos lo esperaban! Hace algún tiempo, una mujer de Thorpe con frecuencia juraba que se lavaría las manos en la sangre del corazón del próximo predicador que llegara. Más antes que llegara el siguiente predicador ella misma fue llevada a su morada eterna (Eclesiatés 12,5).

Poco antes de que John Johnson se estableciera en Wentworth, un hombre corpulento y saludable que vivía allí les dijo a sus vecinos, «Después del Primero de Mayo no habrá otra cosa que oración y predicación. Pero yo haré todo el ruido necesario para impedirlo

Antes del Primero de Mayo él mismo estaba en silencio en su tumba. Un sirviente de Lord Rockingham estaba tan amargado como él y decía muchas mentiras a propósito para hacer mal. Pero antes de mucho su boca se cerró. Se ahogó en un vivero de peces”.

 

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

 

Extracto de los Sermones de Juan Wesley

SERMONES | Año 3 N° 7

De su Sermón “Sobre el sermón del Señor en la montaña” [Discurso 6] extraemos:

Mateo 6:1-15

Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los

hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no

tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

………………..

 Muestra la necesidad de esta pureza de intención, en primer lugar, respecto de aquellos actos que por lo general se consideran como religiosos, y que en verdad lo son cuando se hacen con buen motivo. Algunos de estos actos llámanse por lo común obras de devoción; los demás obras de caridad o de misericordia. Entre las de esta última clase menciona especialmente el dar limosna. Entre las de la primera, la oración y el ayuno. Pero las direcciones dadas deben aplicarse igualmente a toda clase de obras, ya sean de caridad, ya de misericordia.

Primeramente, respecto de las obras de misericordia, «Guardaos», dijo, «de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos». «Guardaos de hacer vuestra justicia», si bien sólo menciona esto, se incluyen todas las obras de caridad, todo aquello que damos, hablamos o hacemos en provecho de nuestro prójimo; por medio de lo cual alguno reciba beneficio de alma o de cuerpo. Dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, hospedar o socorrer al extraño, visitar al enfermo o al que está en la cárcel, consolar al afligido, enseñar al ignorante, reprobar al inicuo, exhortar y alentar al bueno, y si hay alguna otra obra de misericordia, se incluye en esta exhortación.

«Guardaos de dar limosna delante de los hombres, para ser vistos de ellos». Lo que aquí se prohíbe no es meramente hacer bien delante de los demás. Esta circunstancia por sí sola–que otros vean lo que hacemos– no mejora ni empeora la acción, sino el hacerla delante de los demás «para ser vistos de ellos», con este fin, con esta sola intención. Digo «con esta sola intención» porque ésta puede ser en algunos casos parte de nuestra intención. Tal vez intentemos que algunas de nuestras acciones sean vistas, y sin embargo, pueden ser aceptadas por Dios. Podemos tener la intención que nuestra luz alumbre delante de los hombres, cuando nuestra conciencia nos testifica en el Espíritu Santo que nuestro único fin al intentar que vean nuestras obras es que glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos.

Pero guárdate de hacer la menor cosa teniendo por fin tu propia gloria. Si tienes deseo de obtener la gloria que viene de los humanos, todo lo que hagas con tal propósito de nada valdrá. No se hace para el Señor y él no lo acepta, y no «tendréis recompensa» por ello, de «vuestro Padre que está en los cielos».

«Cuando, pues, des limosnas, no hagas tocar trompeta de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para ser alabados por los hombres». La palabra «sinagoga»* no significa aquí un lugar de culto, sino un lugar público cualquiera, como el mercado o la bolsa.

Era una costumbre muy común entre los judíos que tenían grandes fortunas, especialmente entre los fariseos, hacer tocar la trompeta delante de ellos en los lugares más públicos de la ciudad al tiempo de ir a dar gran cantidad de limosnas. Con ello pretendían estar llamando a los pobres para recibirlas, pero el verdadero motivo era su deseo de recibir alabanzas de la gente. No sigan su ejemplo; no hagan tocar la trompeta delante de ustedes. No hagan ostentación de hacer el bien. Busquen sólo el honor que viene de Dios.

Los que buscan las alabanzas de la gente, ya tienen su galardón: no recibirán la alabanza de Dios.

 «Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha». Esta es una expresión proverbial cuyo significado es el siguiente: Hazlo de la manera más secreta que fuera posible; con tanto secreto como sea consecuente con el hecho mismo (porque no debes dejar de hacerlo–no dejes pasar ninguna oportunidad de hacer el bien, ya sea en secreto o abiertamente), y esto de la manera más eficiente que pueda darse. Porque aquí hay que hacer otra excepción: cuando estés plenamente persuadido en tu mente de que el no ocultar el bien que haces te ayudará a ti o a otros a hacer más bien, entonces no debes hacerlo en secreto; deja que tu luz se vea y que alumbre a todos los que están en casa.

 

*Había en tiempos de Wesley quien sostenía que la «sinagoga» podía ser, como aquí sugiere Wesley, un lugar público cualquiera. Otros rechazaban tal opinión.

 

 La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado