Extracto de las Cartas de Juan Wesley

CARTAS | Año 3 N°18

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De la carta a la Srta. “March”* extraemos:

Bristol, 15 de septiembre de 1770.

Usar la gracia que nos ha sido dada es el verdadero camino para obtener más gracia. Usar toda la fe que usted tenga traerá un aumento de fe. Pero esta idea es muy amplia: conlleva el ejercicio pleno de todos los talentos que nos han sido encomendados. Esto incluye toda la realidad tanto de la religión interna como externa. Para poder llevar esto a cabo firme y efectivamente, usted necesita la ayuda de esa oración que dice, «Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón»(Sal.119,34).

El propósito de esto es «obtener lo mejor de la vida», lo cual no puede hacerse sin crecer en la gracia. Creo que le ayudaría leer y considerar el sermón sobre «Negarse a sí mismo» en el tomo número cuatro, y el sermón sobre La rectitud universal en la Biblioteca cristiana.

El que usted experimente necesidades y debilidades, con sus varias pruebas y tentaciones, no le haría mal, a pesar de que son motivos de tristeza por un tiempo y disminuyen el gozo en el Señor. Es un error pensar demasiado sobre esto porque puede debilitar su fe; y sin embargo en general no está mal «evaluar el estado de su alma de acuerdo a sus sentimientos»; aunque por supuesto no solamente de acuerdo a ellos, sino a ellos en conjunto con sus palabras y acciones.

Es cierto que no podemos juzgarnos por la medida de nuestro gozo, que es el más variable de nuestros sentimientos, y que frecuentemente depende en gran medida del estado de nuestra salud física y emocional. Pero si usted une el amor, el gozo, la paz, la mansedumbre, la bondad y la resignación, ésta sería la mejor medida para evaluar su relación con Dios.

¿Cuál es la diferencia entre «mi estado de ánimo y la condición de mi alma»? ¿Hay alguna diferencia? Yo creo que no. Si hubiese alguna a lo mejor sería la siguiente: mi estado de ánimo podría significar un sentimiento transitorio; y la condición de mi alma, un sentimiento más complicado y duradero, algo que sentimos constantemente.

Algunos podrían definir el estado de ánimo como pasiones pasajeras y la condición del alma como disposiciones permanentes.

Pero no creo que tenemos la autoridad para usar así estos términos o para distinguir el uno del otro. Aquél cuyo ánimo está en buen estado es verdaderamente una buena persona siempre y cuando continúe así. Por lo tanto yo no podría exigirle que usted dejara de evaluar su condición del alma por su estado de ánimo como no podría exigirle que cesara de respirar.

A menos que usted preste atención a quienes han sido puestos bajo su cuidado, no podrá rendir cuentas sobre ellos a Dios con gozo. Los consejos y las advertencias dados a distancia no tendrán ningún efecto. Para quienes ceden a la tentación de vestirse lujosamente usted podría leerles o recomendarles lo que se dice en la Recomendaciones al pueblo metodista sobre ese asunto.

Sería recomendable ir a las raíces del asunto una o dos veces; entonces dejarlo por un tiempo y después de algunas semanas tratar otra vez. Una metodista que use vestimentas lujosas o alegres sufrirá pérdida en su alma, a pesar de que pueda retener un poco de vitalidad espiritual; pero no podrá nunca alcanzar un alto grado ni de santidad ni de felicidad.

Juan Wesley

 

*”Miss March” era miembro de la Sociedad Metodista de Bristol, una mujer “adinerada y educada” según Wesley, con quién mantiene varias correspondencias.

 

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipad

Extracto de los Diarios de Juan Wesley

DIARIO | Año 3 N° 18

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

 

De su Diario extraemos:

  [Wesley está en Irlanda.]

DOMINGO 24 de marzo de 1771.

De inmediato resolví averiguar el estado de la sociedad en Dublin. Era evidente que hubo continuos choques, por lo menos en los últimos dos años; lo que había ocasionado tropiezos entre la gente, debilitado las manos de los predicadores y creado grandes obstáculos.

Quise enterarme del origen de esta situación y no hacer nada apresuradamente, determinado a escuchar a las partes comprometidas, primero separadamente y luego cara a cara. Ya había hablado con los predicadores y esta noche hablé con la mayoría de los líderes.

Por el espíritu demostrado por todos, tuve la buena esperanza de que todos los obstáculos pudieran quitarse. El miércoles por la noche, me reuní otra vez con los líderes y les di una nueva oportunidad para que pudieran extenderse un poco más.

El viernes, convoqué a reunión extraordinaria, en la que algunos hablaron con mucha efusión, pero logré calmar a ambos lados, de tal manera que se retiraron en paz.

 

  

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.

 

 

Extracto de los Sermones de Juan Wesley

SERMONES | Año 3 N° 18

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Sermón “El camino del Reino” extraemos:

Marcos 1.15

El reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.

Estas palabras naturalmente nos mueven a considerar: primero, la naturaleza de la verdadera religión, llamada aquí por el Señor «el reino de Dios», y que dice él «está cerca»; segundo, el camino que él ha señalado en estas palabras: «Arrepentíos, y creed en el evangelio.»

Debemos considerar, en primer lugar, la naturaleza de la verdadera religión, llamada por nuestro Señor «el reino de Dios.» El gran Apóstol usa la misma expresión en la Epístola a los Romanos, cuando explica las palabras del Señor, diciendo: Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Ro.14,17).

El reino de Dios, o sea, la verdadera religión no es comida ni bebida. Es cosa bien sabida que no sólo los judíos inconversos, sino gran número de aquéllos que habían aceptado la fe en Cristo, eran, sin embargo, celosos de la ley  (Hech.21,20), aun de la ley ceremonial de Moisés.

Por lo tanto, observaban todo lo que encontraban escrito en ella, tanto sobre las ofrendas de carne o bebida, como sobre la distinción entre carnes puras e impuras. Y no sólo lo observaban ellos mismos sino que lo exigían también a los gentiles que se habían convertido a Dios. A tal grado lo exigían que algunos de ellos enseñaban, a cualquiera que se unía a ellos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, y guardáis toda la ley, no podéis ser salvos (Hech.15,1-24).

En oposición a esto declara el Apóstol, tanto aquí como en otros lugares, que la verdadera religión no consiste en comida ni bebida, ni en la observación de rituales; ni en ninguna cosa exterior, en nada fuera del corazón; la sustancia de la verdadera religión consiste en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.(Ro.14,17)…….

Estas cosas externas son buenas en su lugar mientras permanecen subordinadas a la verdadera religión. Y sería superstición oponerse a ellas si se aplicaran sólo ocasionalmente como ayudas a la necesidad humana.

Pero no deben ser llevadas más lejos de la cuenta. Que no sueñe nadie que tienen un valor intrínseco; o que la religión no podría subsistir sin ellas. Esto las haría abominables ante Dios.

La naturaleza de la religión está tan lejos de consistir en esto, en formas de adoración, en rituales y ceremonias, que no consiste propiamente en acciones exteriores de ninguna clase……

Sin embargo, es posible abstenerse de hacer mal y practicar lo bueno, sin por ello tener religión. Sí, dos personas pueden hacer la misma obra exterior–por ejemplo, alimentar al hambriento o vestir al desnudo–y al mismo tiempo una ser verdaderamente religiosa, y la otra no tener religión alguna. Una puede actuar por amor de Dios, y la otra por amor a la alabanza. Tan manifiesto es que, a pesar de que la verdadera religión conduce naturalmente a toda buena palabra y obra, sin embargo su verdadera naturaleza tiene mayor profundidad, pues reside en el corazón humano.

Digo del corazón, porque la religión no consiste en la ortodoxia o las opiniones correctas; las cuales, aunque no son propiamente exteriores, no están en el corazón sino en el entendimiento. Se puede ser ortodoxo en cada punto; se puede apoyar no sólo las opiniones correctas sino también defenderlas celosamente de sus opositores; se puede tener creencias correctas acerca de la encarnación de nuestro Señor, acerca de la bendita Trinidad, y acerca de cada doctrina contenida en los oráculos de Dios; se puede afirmar cada uno de los tres credos (el llamado de los Apóstoles, el Niceno, y el de Atanasio) y aun así se puede no tener más religión que la de una persona judía, turca o pagana……

La religión consiste en esto: sólo esto es ante Dios de gran precio. El Apóstol lo resume en estas tres manifestaciones: justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.(Ro.14,17)…..

La verdadera religión, o el corazón recto delante de Dios y de los seres humanos, significa tanto felicidad como santidad.

 

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado

Extracto de las Obras de Juan Wesley

OBRAS | Año 3 N° 18

La lectura de sus Obras, Sermones, Cartas y su Diario, son parte de la herencia metodista un “evangelio integral” para nuestra edificación personal y comunitaria.

De su Obra “Un discurso a los clérigos”, [Segunda Entrega] extraemos:

En relación con los conocimientos adquiridos, ¿puede darse un paso en la dirección correcta, sin tener primero un buen caudal de conocimientos, primero, de su propio oficio, de la gran responsabilidad que ha recibido y de la importante tarea a la que ha sido llamado? ¿Existe la más remota esperanza de que alguien cumpla bien su tarea si no sabe en qué consiste? ¿Que pueda desempeñar fielmente su cometido si no sabe en qué consiste? Si no conoce la tarea que Dios ha puesto en sus manos, no podrá realizarla.

En segundo lugar, el conocimiento de las Escrituras no es menos importante, pues que nos enseñan cómo enseñar a otros. El conocimiento de las Escrituras es necesario si vemos que la Escritura interpreta a la Escritura, que una parte aclara el sentido de otra. Ya sea cierto o no que un buen citador de textos es un buen pastor, sí es cierto que nadie puede ser un buen pastor si no conoce bien los textos. De otro modo no podrá interpretarlas, cerrar la boca a los adversarios.

Con el fin de hacer esto adecuadamente, ¿no debería conocer el significado literal de cada palabra, versículo y capítulo, sin lo cual no puede haber un cimiento firme sobre el cual pueda fundarse el significado espiritual? ¿No debería ser capaz también de deducir los corolarios apropiados, especulativos y prácticos, de cada texto, para resolver las dificultades que surgen y para contestar las objeciones que existen o las que puedan surgir, y para hacer la aplicación adecuada a la conciencia de sus oyentes?

En tercer lugar, ¿puede hacer el pastor todo esto, en la forma más eficaz, sin el conocimiento de las lenguas originales? Sin esto, ¿no se encontrará ante un dilema aun ante textos que requieren práctica únicamente? Pero se encontrará con mayores dificultades con respecto a pasajes controvertidos. Será incapaz de rescatarlos de las manos de cualquier erudito que trate de pervertirlos, porque cuando se apele a los originales no podrá abrir la boca.

En cuarto lugar, ¿no es, igualmente, el conocimiento de la historia profana: las costumbres antiguas, la cronología y la geografía, aunque no absolutamente necesario, sí de mucho valor, para quien desee comprender las Escrituras, pues la falta de este conocimiento se remedia muy pobremente con la lectura de lo escrito por otros.

En quinto lugar, algún conocimiento de las ciencias es también muy valioso. ¿No podríamos hasta decir que el conocimiento de una de ellas (ya sea de arte o ciencia), aunque ahora se considera de escasa importancia, es muy necesario para conocer las Escrituras? Me refiero a la lógica.

Porque, ¿qué es la lógica, si se entiende correctamente, sino el arte del buen sentido, de comprender las cosas correctamente, juzgar con la verdad y razonar en forma convincente? ¿Qué es esto, viéndolo desde otro punto de vista, sino el arte de aprender y enseñar, ya sea por el convencimiento o la persuasión? ¿Qué hay, entonces, en el extenso campo de la ciencia, en comparación con ella?

Al menos una ligera familiaridad con lo que se ha llamado la segunda parte de la lógica (la metafísica) es, si no necesaria sí de mucho valor:

(1) Para aclarar nuestro entendimiento (sin lo cual es imposible juzgar correctamente, o razonar cuidadosamente o con convencimiento), ordenando nuestras ideas bajo temas generales.

(2) Con el fin de comprender a muchos escritores notables. ¿Quién podría entenderlos sin ella?

¿No debería el ministro estar familiarizado, al menos en términos generales, con la filosofía natural? ¿No es ella una gran ayuda para la comprensión correcta de varios pasajes de la Escritura? Con su ayuda, puede comprender y en algunas ocasiones explicar a otros, cómo las cosas invisibles de Dios son vistas desde la creación del mundo, cómo los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia las obras de sus manos, hasta que exclamen: «!Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría!

 

 

 

La selección de los párrafos de los textos fueron elegidos teniendo en cuenta varios criterios (temática, extensión, contenido del mensaje, impacto en el lector, etc.) sin embargo no excluyen cierta cuota de arbitrariedad difícil de evitar, por lo cual pedimos disculpas por anticipado.